Los manómetros son instrumentos diseñados para medir la presión en fluidos (líquidos y gases) en circuitos cerrados.
En ciertos contextos, debido a las condiciones de trabajo de dichos circuitos, pueden generarse vibraciones que dificultan la lectura de los manómetros. En estos casos, se deben utilizar los manómetros llenos de líquido.
Los manómetros llenos de líquido tienen una apertura en su caja por donde ingresa el líquido, el cual ayuda a prevenir la corrosión y el desgaste del mecanismo interno, permitiendo que el equipo sea más duradero.
Generalmente, las mangueras neumáticas se fabrican con polímeros termoplásticos. Este tipo de materiales son muy utilizados en la industria para la elaboración de mangueras porque se pueden moldear con varias formas.
Por lo general, los manómetros se llenan con:
1) Glicerina
2) Silicona
Ambos permiten amortiguar las vibraciones y obtener lecturas más estables y precisas.
El tipo de líquido que se usa para rellenar un manómetro tiene características intrínsecas y les otorga ciertas cualidades diferenciadoras.
Por ejemplo, dependiendo del líquido, el manómetro podrá trabajar con temperaturas por encima de las ambientales.
Es el líquido más común en un manómetro, con un precio relativamente bajo y que puede amortiguar las vibraciones.
La glicerina permite a los manómetros trabajar con temperaturas comprendidas entre los -20° C y 60° C.
Como recomendación, no se debe utilizar un manómetro relleno de glicerina con fluidos como cloro, ácido nítrico o peróxido de hidrógeno.
Los manómetros rellenos de silicona se utilizan en aplicaciones donde la temperatura de trabajo se encuentra entre los -40°C y los 140°C.
Este material es un poco más costoso. Por ello, no es tan común conseguir manómetros rellenos de silicona.
De igual forma, no es recomendable usar este tipo de manómetros con fluidos como el cloro.
En la parte superior de la caja, los manómetros poseen un tapón de caucho que se puede retirar. Allí existe una abertura que permite rellenar el equipo con líquido.
Cabe destacar que no se debe rellenar por completo el manómetro, pues el nivel ideal es entre un 80% y un 90% de la ventana.
La razón es que, en ambientes muy húmedos, la glicerina o la silicona tienden a absorber la condensación y aumentar su volumen.
Lo más recomendable es rellenar el manómetro hasta que el indicador este completamente cubierto en su punto más alto.
Por lo general, los manómetros llenos de líquido ofrecen algunas ventajas (y desventajas) que los usuarios tienen que tener en cuenta:
Las altas presiones de operación de los equipos hidráulicos suelen requerir el uso de manómetros rellenos de líquidos.
Estos equipos se usan con bombas hidráulicas, sistemas de control, prensas y tuberías.
Tanto la glicerina como la silicona poseen temperaturas mínimas de trabajo que permiten que los manómetros puedan funcionar en tuberías con temperaturas bajo cero.
Esto los hace adecuados en entornos de refrigeración, ya sea en supermercados, almacenes o laboratorios.
En entornos industriales donde los compresores produzcan altas temperaturas y vibraciones, es común utilizar manómetros rellenos de glicerina para una mejor lectura de la presión de los equipos.
En conclusión, los manómetros llenos de líquido son instrumentos de mucha utilidad en ciertos entornos industriales con intensas condiciones de trabajo.
Te recomendamos también:
- Consideraciones generales de los tipos de manómetros