El funcionamiento de las máquinas y herramientas son esenciales para todo proceso.
Por esta razón, en el área de ingeniería se ha perfeccionado la tipología, técnicas y prácticas de lo que debería conformar un mantenimiento industrial. De este modo, se asegura el correcto funcionamiento de los equipos, mitigando dentro de lo posible fallas que desembocan a un paro de producción.
Se define como el proceso o la serie de procesos que se realizan para que una máquina, herramienta o unidad de producción, siga ejecutando sus tareas con un resultado óptimo.
Se caracteriza por tener una serie de actividades de revisión, ajuste y reparación de equipos que aseguran el buen estado del proceso de producción.
Dentro de una empresa con alto nivel de trabajo o que desee aumentar sus resultados, es necesario contar con planes de mantenimiento fijos que mitiguen el fallo de las líneas de producción.
En este sentido, deberá tener profesionales capacitados en el desarrollo de planes de mantenimiento industrial según los requerimientos existentes.
Actualmente, se conocen cuatro tipos de mantenimiento. Algunos de estos están orientados a prevenir las fallas en los equipos mientras que los otros se enfocan en corregir o reparar las fallas preexistentes.
Consiste en cumplir labores de mantenimiento programados para evitar fallas e imprevistos. Su principal objetivo es el de reducir errores a través de una revisión constante y planificada.
Un ejemplo de este sería que cada vez que se utilice un automóvil, se revise que los neumáticos tengan los niveles correctos de aire, que el líquido refrigerante este a la altura indicada y que no le falte aceite.
Cuando ocurre una falla en un sistema de producción, el mantenimiento correctivo se encarga de arreglar el origen de esta.
Se caracteriza por corregir averías. Podemos ejemplificarlo en la ruptura de una cadena en un sistema de poleas, este tipo de desperfectos genera el paro del sistema, produciendo el reemplazo de este componente.
Es el más complicado de realizar, pues se compone de técnicas de análisis que requieren de información específica de los equipos, en algunos casos se necesita de herramientas especializadas.
Al igual que el mantenimiento preventivo este se antepone a la falla, la diferencia es que el mantenimiento predictivo se cimienta en la revisión de variables que puedan llegar a influir en el funcionamiento de la máquina.
Para ilustrar este caso, imaginemos una válvula capaz de realizar 5 ciclos en un segundo y que, en su ficha técnica, indica que posee un ciclo de trabajo de 500.000 repeticiones.
El mantenimiento predictivo da un acercamiento de cuándo esta válvula fallará. Para eso, se puede dividir la cantidad de ciclos entre el dato de la ficha técnica, lo que resulta en unas 28 horas de trabajo continuo.
En este sentido, los ingenieros pueden planificar el cambio o la revisión de la válvula un poco antes del tiempo calculado.
No obstante, en la práctica no se puede intuir, de forma exacta, cuando se debe actuar, porque entran en juego otras variables como la calidad de la energía, la temperatura, las vibraciones mecánicas, la fricción, entre otras.
A diferencia de los mencionados, el mantenimiento proactivo busca la causa de las posibles fallas que se puedan tener en un sistema industrial.
Teniendo como premisa que el mantenimiento predictivo planifica actividades que aseguran el buen funcionamiento de los equipos, como el cambio de aceite o la lubricación de las uniones mecánicas. Le prosigue, el mantenimiento proactivo, el cual se encarga de revisar el estado de las uniones y la cantidad o continuidad de lubricación que necesita.
Además, determina las posibles causas de las necesidades que esté presentando el componente, pudiendo ser un incremento en la velocidad del trabajo de los equipos.
En conclusión, cada industria tiene la necesidad de contar con un equipo de personal cualificado y calificado para realizar el mantenimiento de las distintas máquinas, herramientas y equipos.
Teniendo como objetivo el minimizar las fallas y paradas de los sistemas productivos, destacando que cada minuto que una línea de producción deja de funcionar, se traduce en pérdidas económicas para los empresarios.